"La necesidad de actualización constante convierte a la formación del profesorado en un proceso continuo a lo largo de su vida profesional, porque, como consecuencia del dinamismo del contexto, no todas las competencias que se necesitarán en el ejercicio profesional se pueden prever y proporcionar en la formación inicial", se decía en el informe final del XXI Encuentro de Consejos Escolares Autonómicos y del Estado (2012), "El profesorado del siglo XXI, donde se cita la siguiente definición que hace la UNESCO de formación permanente del profesorado: "el proceso encaminado a la revisión y actualización de los conocimientos, actitudes y habilidades, originado por la necesidad de renovarlos y con la finalidad de adaptarlos a los cambios y avances de la sociedad".
La formación permanente de profesorado no cumple con su principal objetivo si no conduce a mejores prácticas docentes y, por tanto, a mejores resultados. Ello requiere que existan criterios acertados de valoración y análisis de la eficacia de las actividades formativas y los procesos de desarrollo profesional docente. No parece que sea muy eficaz un modelo de formación del profesorado centrado esencialmente en la certificación de horas de asistencia a cursos o sesiones de trabajo con el objetivo de acumular las horas requeridas, sin que haya una valoración transparente de las evidencias de aprendizaje y mejora profesional generadas en las acciones formativas, aplicación al aula de la formación recibida y evaluación entre pares de los productos creados o la mejora conseguida, con puesta en común de buenas prácticas en comunidades profesionales. Los complementos salariales relacionados con la certificación de horas de formación (sexenios), que en España tienen su origen en los acuerdos sindicales que pusieron fin a la huelga de docentes de 1988, tuvieron en su momento el factor positivo de que la formación continua fuera reconocida con una retribución económica, estableciendo así las acciones formativas como deber y derecho del profesorado, pero han condicionado y acabado por lastrar todo el modelo formativo, que ha puesto más el foco en la certificación de horas o créditos de formación en detrimento de otras posibilidades de desarrollo profesional docente. La transferencia de competencias educativas a las Comunidades Autónomas no supuso cambios relevantes en relación con este modelo. Por otra parte, la Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, por la que se regula la convocatoria, reconocimiento, certificación y registro de las actividades de formación permanente del profesorado, que sigue vigente, consolidó un modelo formativo que ya entonces necesitaba una profunda revisión.
Necesitamos por tanto un nuevo modelo de formación permanente y desarrollo profesional del profesorado que impulse la transformación y mejora de un sistema educativo que debe adaptarse a la realidad social del siglo XXI, para lo cual hacemos las siguientes 6 propuestas:
- Marco de competencias profesionales del docente del siglo XXI. Cuáles son los parámetros específicos que permiten identificar la eficacia docente, cuáles las capacidades que debe tener en su formación inicial y desarrollar posteriormente de forma continua. En qué cambia el trabajo docente la nueva realidad tecnológica y socio-económica y su posible evolución en el futuro. El nuevo modelo competencial debería servir de guía para los planes de formación y otras políticas en todo el sistema educativo, y ser reflejo de las demandas sociales actuales y de los últimos desarrollos pedagógicos y tecnológicos. Necesitamos un nuevo marco de competencias profesionales del docente del siglo XXI que permita especificar qué capacidades debe acreditar y desarrollar o sobre cuáles se debe evaluar con el fin de detectar posibilidades de mejora y necesidades formativas. Un trabajo de la CE que puede servir de referencia para elaborar este marco es.
- Plan de evaluación, acreditación y formación en competencia digital docente. Es necesario que todo docente disponga de la competencia digital necesaria para que la cultura digital se convierta en motor de transformación y mejora del sistema educativo. Ya no hay excusas, no es algo opcional. Es importante que todo docente tenga suficiente capacidad de gestionar y explotar para sus tareas docentes la sobreabundancia de información y recursos educativos que a través de Internet llegan de forma continua. El marco común de competencia digital docente es una propuesta estandarizada que especifica la competencia digital en relación con la profesión docente mediante descriptores de 21 sub-competencias organizados en 3 niveles y cinco áreas competenciales (información, comunicación, creación de contenidos, seguridad y resolución de problemas). Este marco debería servir para organizar un plan común de evaluación, acreditación y formación en competencia digital docente, con herramientas de auto-evaluación que permitan diagnosticar necesidades formativas, evaluación de centros educativos que incluyan también otros criterios relacionados con el uso que se hace de recursos y entornos digitales en el proyecto educativo del centro y pruebas de acreditación por niveles y perfiles profesionales, con la posibilidad de combinar esas pruebas con un portfolio profesional con unos criterios comunes de evaluación.
- Impulso de las nuevas modalidades de formación y aprendizaje social en red. Las actividades de aprendizaje social en comunidades virtuales de práctica y entornos de aprendizaje personal (PLE) y los cursos masivos abiertos en línea (MOOC) son nuevas modalidades de formación en red que han surgido en los últimos años y que se están extendiendo con diversas propuestas. Es conveniente incentivar la participación de docentes en este movimiento, que ofrece posibilidades novedosas de formación, colaboración y desarrollo profesional, asociadas a la puesta en común de experiencias y recursos educativos mediante el uso de las plataformas digitales que lo faciliten. Es necesario aprender a trabajar en nuevos espacios virtuales y saber manejar las redes sociales como potente herramienta de comunicación y colaboración. Un buen modo de incentivar estas actividades es otorgar insignias digitales que acrediten la participación activa y sean reconocidas en baremos y concursos.
- Portfolio profesional docente. Relacionado con el expediente digital del docente, un buen instrumento para el desarrollo profesional es que los docentes dispongan de un espacio digital en el que puedan exponer todos los trabajos profesionales que han desarrollado: recursos educativos abiertos que han aportado a la comunidad educativa, proyectos de colaboración, participación en redes y comunidades de práctica profesional, insignias digitales, acreditación de competencias profesionales y otros méritos o trabajos relacionados con su vida laboral. Ese portfolio profesional actualizado de forma continua sería también un modo de mostrar intereses profesionales, conectar con otros docentes y aportar transparencia.
- Liderazgo pedagógico de cargos directivos. El trabajo docente siempre se realiza dentro del entorno del proyecto educativo de un centro; el profesorado constituye el recurso más importante de los centros educativos y, por ello, es importante crear un nuevo perfil de cargo directivo que sea capaz de ejercer el liderazgo pedagógico y no se limite a la gestión administrativa, que sea capaz de generar y liderar comunidades de aprendizaje, proyectos educativos valiosos y procesos de formación continua; deben ser referente en las competencias profesionales necesarias, especialmente la competencia digital. Ese liderazgo no se puede ejercer en el siglo XXI de forma eficaz sin la suficiente cultura digital y presencia web que permita impulsar el uso de entornos digitales para comunicarnos, trabajar en colaboración e impulsar proyectos locales de participación y aprendizaje servicio que conviertan a los centros educativos en nodos de innovación social. Es clave que la formación y acreditación de cargos directivos tenga en cuenta una re-definición de las competencias de liderazgo necesarias para la mejora y transformación de los centros. De poco serviría tener docentes innovadores sin cargos directivos que sepan canalizar y liderar esas nuevas propuestas de mejora.
- Nueva regulación. Necesitamos por tanto un nuevo marco regulatorio común de reconocimiento y homologación de la formación del profesorado, que esté orientado a la acreditación de las competencias profesionales y que incluya las nuevas modalidades de formación y nuevos incentivos para el desarrollo profesional docente que reconozcan la participación en proyectos de innovación y colaboración, la creación y puesta en común de recursos educativos, el liderazgo o participación activa en comunidades y redes profesionales. En lugar de poner el acento en regular los procesos de formación, que son cada vez menos formales, más diversos y globales, se debería centrar más la atención en los productos y resultados de esas acciones formativas, su aplicación real en el aula y la regulación de las acreditaciones de las competencias y perfiles profesionales y su desarrollo continuo. La nueva regulación debería impulsar el apoyo y fortalecimiento del trabajo docente, su reconocimiento transparente y su evaluación entre pares para la mejora continua y el éxito educativo.
Fuente: Blog INTEF. Autor: José Luis Cabello