En 1992 tomó forma un proyecto pionero para su tiempo y necesario en nuestro mundo: hacer que la tele hablara el lenguaje de la Academia y que el sistema educativo reconociera en la televisión un aliado estratégico. Fue así como en el curso 1992-93 comenzaron las emisiones en el segunda cadena del programa La Aventura del Saber. El acuerdo con el Ministerio de Educación obligaba a que la emisión se produjera de lunes a viernes en la franja de 10:00 a 12:00, coincidiendo con el período lectivo, de septiembre a junio. Durante el verano de 1994 se creó un Gabinete de TV Educativa cuya función era diseñar series para la producción anticipada del programa.
Más de dos décadas de emisión son un record difícil de igualar. Rutas Literarias, La mente humana, Más por menos, Con voz propia, Pop español, De la tiza al chip, El show de la ciencia, entre otras muchas, son algunas de las series con mayor suerte y audiencia. Los nombres ya nos dicen mucho de cómo estaba cambiando el país, pues no es casual que transitemos de lo literario al enterteiment, y que las palabras pop, chip y show aparezcan en la cabecera. La Aventura del Saber es una de esas iniciativas silenciosas y amables que de una u otra forma están en nuestra memoria colectiva y que siempre recordamos con simpatía. Y aunque nos hayamos acostumbrado a su presencia, hay que reconocer que la idea de poner a los profes ante las cámaras y de acercar, a través de sus contenidos, conceptos complejos con verbo mundano eran un atrevimiento que implicaba dar valor a lo espectacular, lo entretenido y lo superficial como aliados eficaces en la tarea de mejorar la comunicación del saber a la ciudadanía.
Pero los tiempos cambian y también las demandas sociales. La paulatina generalización del uso de internet convierte en secundarias algunas funciones que hace una década considerábamos fundamentales. Ninguna función ha sufrido más que la tarea de difundir contenidos. A la tele la ha salido un duro competidor con el que merece la pena colaborar y desarrollar proyectos juntos. Pasó la época en la que ambos medios podían ignorarse.
RTVE sigue siendo el socio capaz de producir vídeos de calidad a una velocidad imposible de batir. Y la web emerge como el nuevo actor capaz de sostener una comunidad de usuarios interesada en los materiales producidos, más allá de la franja horaria de emisión. Pero no sólo creíamos necesario mejorar la comunicación del proyecto, sino que también urgía un cambio de orientación. Más que dar cuenta de las novedades surgidas en el mundo del conocimiento, ahora queremos poner el énfasis en los procesos de aprendizaje. Queremos mostrar que la educación es algo que no sólo ocurre en el aula, sino que sucede en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier persona. El motor del programa ya no son las ideas, los descubrimientos o las invenciones. Queremos transitar desde lo individual a lo colectivo. Lo que ahora nos interesa son las organizaciones, las prácticas y las comunidades capaces de movilizarse para hacer cosas juntos, para empoderarse y para hacer visibles algunos de los problemas que tienen como grupo, ya sea por pertenecer al mismo barrio o ya sea por conformar una comunidad de afectados.
Si aprender es algo que sucede a diario y, con frecuencia, extramuros del aula, nuestro programa quiere contribuir a poner en valor la importancia que tienen en la vida las experiencias de aprendizaje ciudadano. Nuestra ciudades y pueblos dan acogida a un sin fin de organizaciones informales que agrupan a colectivos interesados por hacer cosas juntos. Muchas veces quieren influir en las políticas municipales, otras están preocupados por problemas medioambientales, sanitarios, laborales, culturales o sociales. No faltan las asociaciones que tratan de mejorar la calidad de los jardines o que quieren compartir sus conocimientos sobre informática, cocina, costura o cine, sin olvidarnos de los amigos de los pájaros, las setas, las estrellas o los museos. Nuestra convicción es que en su conjunto son expresión de una riqueza invisible y decisiva en la construcción de la vida en común. Estamos tan seguros de su importancia que las hemos convertido en protagonistas de La Aventura de Aprender (LADA). El porqué se explica fácil: no importa cuál sea el motivo que reúna a las personas, todas las organizaciones de las que estamos hablando tienen que constituirse como comunidades de aprendizaje, tienen que ser verdaderos agentes en la tarea de identificar, seleccionar, acumular, criticar y distribuir conocimientos. Con mayor o menor modestia todas estas organizaciones que ya son tenidas por agentes decisivos en los procesos de innovación social, también deben ser consideradas parte sustantiva del sistema educativo.